Logo
Logo
Inicio
Categorías
+
-
Publicaciones Recientes
PALABRAS CLAVE
Archivo
img

Orlando Mondragón Benítez. Poeta-Médico y Médico-Poeta.

Por Alfredo Dávila Monsiváis
2022 Agosto 24

Con 28 años, caminando muy firme con la bata blanca puesta, realizando la especialidad médica de Psiquiatría, este joven médico cirujano egresado de la UAM-Xochimilco, nacido en Guerrero, México, se abre paso entre versos libres y rimas para ya autodenominarse “poeta”.

 

Recientemente Mondragón acaba de obtener el XXV Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe de España, siendo la primera vez que se premia a una persona menor a los 30 años de edad. El jurado que ha otorgado este premio por unanimidad ha estado integrado por: Gioconda Belli, Antonio Colinas, Aurora Egido, Margo Glantz, Juan Antonio González Iglesias, Carme Riera, Jaime Siles, Juan Antonio de Villena y Diego Doncel (ganador de la anterior edición).

 

Orlando Mondragón impartió un taller de creación poética convocado por la Dirección de Literatura y Fomento a la lectura UNAM en 2020, junto con otro taller de crónica, lo que se convirtió en la publicación del libro “Primera Línea: Crónicas y poemas escritos por personal de salud” con la recopilación de los trabajos sobre las experiencias vividas por los participantes combatiendo al COVID. El libro cuenta además con biografías y fotografías de los talleristas participantes, ilustraciones de Jimena Estíbaliz y el diseño editorial de Rocío Mireles.

 

 

¿Cómo fue que llegaste al tema de la actividad poética?

OM: Mis primeros acercamientos a la poesía fueron a través de la oralidad. De pequeño declamaba mucho. Yo crecí en un pequeño pueblo llamado Zirándaro de los Chávez, Guerrero, ubicado en la región de Tierra Caliente, en donde justamente nació Ignacio Chávez Sánchez, el reconocido médico cardiólogo. Y como no había mucho que hacer en los ratos libres, pues en eso me entretenía. Era un pueblo rico en actividades culturales, y cada fin de semana en el teatro del pueblo se convocaba continuamente a participar, y me preparaba con poesías para declamarlas.

 

Como yo era un niño en ese entonces, era difícil el acercamiento con los adultos. Recuerdo muy bien que al momento de declamar, se hacía el silencio y aunque no entendía muy bien el significado de lo que decía, era una sensación muy poderosa llegar a conmover a los demás, y saberme escuchado por los demás. En las comidas familiares recitaba poemas para mis tíos, mis padres. Y posteriormente, en la Secundaria tuve un acercamiento a la literatura, pero de una manera mucho más gozosa. Recuerdo que los primeros poemas que me llamaron mucho la atención fueron los de los poetas satíricos del Siglo de Oro; era muy divertido leer a Quevedo, Góngora, descubrir que había cierta malicia, cierto humor, hasta ser escatológico, picaresco. Me llamaba mucho la atención, quizá por la edad, y así comencé a escribir mis propios versos, y obviamente con la adolescencia se fueron modificando mis intereses conforme iba creciendo. Leía más poemas sobre temas amorosos, metafísicos, sobre el destino, la noche, etcétera. A partir de allí fue mi acercamiento a la literatura. Creo que muy lúdico, muy jocoso y esto se fue transformando hasta poder decantar mis propios pensamientos, mis propias experiencias en un verso o en un poema.

 

Después de haber pasado de niño a adolescente conociendo poco a poco a la literatura, ¿cómo fue que llegaste a inclinarte por estudiar medicina, ya siendo más maduro?

OM: Yo era parte de esta cultura de un pueblo alejado de las ciudades grandes. No me iba mal en la escuela. Y la medicina siempre fue considerada una profesión con prestigio, una profesión casi sacerdotal, al médico se le ve con una imagen de mucho respeto. Y a mí me gustaba eso, me llamaba mucho la atención y todo lo que significaba esta profesión.

 

¿Cuáles crees que sean los puntos convergentes entre la medicina, junto con tu especialidad de Psiquiatría que estás cursando actualmente y la poesía? ¿Dónde se unen?

OM: Creo que la medicina y la poesía son casi como hermanas gemelas. Comparten un mismo origen: tal vez, pienso que es la preocupación o el interés de la Vida per-sè, de la propia muerte, de lo que nos conforma, de lo que nos hace ser humanos. Estos son los vasos comunicantes entre ambas actividades para mi. Desde Homero, en la famosa “Iliada”, un poema épico, se pueden encontrar un montón de heridas de batallas y también la forma en que pueden ser curadas; entonces puede leerse como un pequeño y muy sintético tratado de las heridas de guerra, en cierta medida. No es difícil encontrar médicos que también se han dedicado al quehacer literario, como por ejemplo: El ruso Anton Chekhov, que era narrador, cuentista. El norteamericano William Carlos Williams que era pediatra. António Lobo Antunes, escritor portugués que también es psiquiatra. Nuestro Jaime Sabines, estudió medicina. Paul Celan, el autor judío-rumano de lenguaje alemán, estudió medicina.

 

La Psiquiatría, de alguna manera es de las especialidades médicas que más permiten un acercamiento a los pacientes a través de la palabra. La manera en que los psiquiatras extraen información, es a través de una entrevista entre dos personas, y la entrevista es la palabra, teniendo a la sensibilidad y la empatía como aliadas para lograr conseguir esa información para llevarla a una lectura, transformándose en literatura. Por otro lado, la Psiquiatría es una especialidad médica que mira y que estudia las anomalías, las emociones, el pensamiento, y la literatura no es otra cosa mas, que la historia de las emociones y el pensamiento.

 

¿Cómo es que llegas a participar en el Premio Loewe en España?

OM: Llegué con muchas altas expectativas, sinceramente. (Risas). Como ya había ganado un premio anteriormente en 2017, eso me dio mucha confianza. Pienso que es algo difícil el creerse poeta. Decía Wislawa Symborska (ganadora del premio Nobel de Literatura 1996), que a los escritores les cuesta mucho trabajo autodenominarse como poetas, prefieren decir en cambio, que son profesores o simples escritores. Yo no me consideraba poeta hasta que publiqué mi primer libro, hasta que lo vi publicado, en mis manos. Y una vez con el libro bajo el brazo, logré el impulso para seguir escribiendo y si, autoproclamarme poeta. El libro había tenido mucho trabajo detrás, y un periodo de re-escritura. A su vez, en esta edición que el premio de la fundación Loewe fuera en línea, ayudó mucho a que yo pudiera competir. Esto me animó mucho a participar. Es un premio que yo he seguido durante mucho tiempo, es muy prestigioso y sus autores los tengo muy cercanos.

 

 

¿Qué le dirías a un joven para acercarse a la poesía? Ya que parece una actividad complicada, lejana.

OM: Hay muchas corrientes y propuestas que han buscado quebrar lo que se entiende por poesía. Creo que hay un libro de poemas para todos. Hay un sentido bidireccional entre los lectores y los libros. Hay momentos en que un libro nos parece maravilloso, y otros en que no hay tanta repercusión por lo que se lee. Lo más recomendable es consumir el libro que se tenga cercano, buscar el libro que más sea del interés en ese momento. La poesía es tan vasta y extensa, que siempre hay algo que comunicar a través de ella y que nos haga resonar. Hay verso libre, y se sigue escribiendo con rima, se escribiendo con metro… creo que es algo que hay que explorar, atreverse a dar el paso para realizar una búsqueda que es muy personal.

 

¿Cómo ves a la poesía desde una perspectiva actual, con un mundo más digitalizado, más rápido, más competitivo? ¿Cómo insertas a la poesía en este mundo de mensajes inmediatos, noticias falsas, imágenes en todas partes?

OM: Es complicado. Recuerdo que hace 10 años había muchas propuestas poéticas, tratando de establecer al “poema" como parte de la vida digital. Pero no tuvieron mucho éxito. Ahora, hay propuestas más “pop” respecto a los temas en esta época de hipercomunicación, respecto a lo que es y no es poético. Esto ha enriquecido a la poesía; al final, el poema no es otra cosa que la estructura verbal. La poesía como concepto va mucho más allá y se puede encontrar en muy diversas partes.

 

 

Cuéntanos tu experiencia sobre el libro de “Primera Línea: crónicas y poemas escritos por el personal de salud”, que ha salido publicado por la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura UNAM, donde tu fuiste el tallerista que dirigió al grupo de poesía.

OM: Lo principal, y de lo más importante en este proyecto tan enriquecedor, fue el crear y brindar las herramientas para las inquietudes de los participantes, no se trataba que escribieran a fuerzas un poema, sino el objetivo es que fuera natural, dejando a un lado lo riguroso que puede ser un taller sobre este tópico. Fue muy interesante porque no solamente mezclamos a médicos, también había enfermeras, trabajadores sociales, residentes. Creo que el arte puede pensarse como una válvula de escape; como una forma de liberarnos a través de la belleza, la empatía y por supuesto, el tema del COVID vino a abrirnos mucho más los ojos, para darnos cuenta que la relación de médico-paciente se da en ambos sentidos. Hay que entender que va a haber pacientes que nos van a romper, situaciones que nos van a fracturar y nos van a doler como médicos. Y la pandemia vino a sensibilizar todo este escenario. No somos seres inertes, carentes de emociones. La relación de un médico y un paciente es también por ambos lados. Nos modifica. Nos rompe. Y no todas las veces se logran resultados positivos. Fue muy rico trabajar con este cúmulo de emociones, con personas en contacto con la muerte frente a sus ojos, en momentos de tanta incertidumbre.

 

¿Qué viene para ti, qué es lo próximo?

OM: Acabar la especialidad en 2 años, claro. E ir a Madrid en marzo del año 2022 a recibir el premio, y ver el libro que se publicará tanto en España como en México al mismo tiempo. Y seguir escribiendo y ver qué otras búsquedas y caminos encuentro.

 

 

Les compartimos el texto: “Operación al cuerpo y al lenguaje” de Orlando Mondragón, en Periódico de Poesía.

https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/operacion-al-cuerpo-y-al-lenguaje/